La herencia

Pablo es agricultor y vive en el sur de México que es lo mismo que habitar en los umbrales de la pobreza. Es hijo de agricultores y su máxima aspiración es conseguir para sus cuatro hijos un pedazo de tierra que labrar. Eso o emigrar hacia otras tierras en busca de más fortuna. Para él es imposible abandonar el lugar donde está, se necesita dinero para desplazarse y apenas le llega para comprar el alimento diario de su familia. Un día uno de sus vecinos enfermó, vivía solo y no había nadie que se pudiese ocupar de él. Pablo que al volver del tajo pasaba delante de su casa, lo iba a visitar cinco minutos cada día con el propósito de darle lo único que podía, compañía. Hete aquí que el vecino supo que se aproximaba la parca –de hecho cualquier enfermedad más grave que una gripe era una condena a muerte en aquella zona- y quiso agradecer a Pablo su gesto. Así que le dio las llaves de un cobertizo lindante a su casa y le dijo que se quedase con lo que encontrase dentro.
“Lo único que te pido” –le dijo- “es que abras el establo cuando ya esté muerto y enterrado”
Solo esperó dos días para morirse. Pablo se lo encontró en el camastro al volver del trabajo. Tenía el semblante sereno como si estuviese sumido en un profundo y reparador sueño. Casi se podría decir que la expresión era de felicidad. Como no había que realizar papeleos, ni había cementerio al que llevar al finado, Pablo lo enterró allí mismo. Tal como le había dicho su vecino abrió el portón de la cuadra encontrándose con algo que no esperaba. No era habitual ver en un lugar como aquellos un ford mustang y, por lo que brillaba la carrocería, en perfecto estado de conservación. Una vez superada la sorpresa Pablo comenzó a observar el vehículo. Era un modelo antiguo, de los años cincuenta. Su tapicería de cuero beige lucía inmaculada. Pablo no resistió la tentación de abrir el coche y sentarse en el lugar del conductor para asir el volante, imaginando que huía de aquella inhóspita tierra junto a su familia.
“¿Huir?” –pensó- “No hace falta huir, sino irse de este maldito lugar. Este coche nos transportará lejos de aquí”
Pablo no pudo arrancar el coche. No tenía ni una gota de gasolina y él no la podía comprar. El precio de un litro de combustible era lo que ganaba al día, justo lo que necesitaba para comprar alimentos para su familia.
“¡Ya está. Lo venderé! Y con lo que saque compraré una parcela de tierra que cultivaré para mi familia”
¿Vender? ¿A quién? En más de doscientos quilómetros a la redonda no había ser humano que no estuviese más allá de los límites de la supervivencia. Debería irse muy lejos si quería encontrar a alguien que le interesase una antigualla como aquella y, para irse lejos, necesitaba un dinero que no tenía para comprar el billete y poder desplazarse … y vuelta a empezar del círculo que no veía como podía romper. Tuvo que dejar el coche en el cobertizo maldiciendo su suerte, llevándose el firme propósito de ahorrar y poder comprar el carburante necesario para su vehículo. Eso requería hurtar comida a su familia. Y lo hizo sin decirles absolutamente nada, excusándose en que el patrón no le había pagado. Sucedió que el vecino americano necesitaba biocombustibles para nutrir a sus autos. Sucedió que del trigo que Pablo recogía se elaboraban los biocarburantes. Sucedió que como al patrono le pagaban muy bien las cosechas de trigo sus poderosos vecinos, dedicó esfuerzos a importarlos. Y se encareció el precio del trigo. Y la gente como Pablo, que se dedicaba a recoger trigo para alimentar coches y patronos, no pudo pagarlo. Y hubo hambre .
Del hambre se pasó a la enfermedad y de ahí, a la muerte. Como una maldición bíblica, Pablo vio como sus hijos morían uno a uno antes que el enfermase y languideciese en el camastro de su choza. Un vecino le visitaba todos los días al salir del trabajo. Eran solo cinco minutos pero a Pablo le fueron suficientes para pedirle a aquél buen hombre que, cuando le visitase la deseada muerte, le enterrase junto a unas llaves, inútiles llaves que solo servían para cerrar las puertas de la vida.
14 comentarios
Para kaleidoscopio, con la brújula arreglada -
Para agradablemujer, entrando de múltiples manera -
kaleidoscopio -
Gracias por tomarnos en cuenta
agradablemujer -
Este,creo me fui del tema,la historia era...ah! si,la herencia,no se por que no se le ocurrio a Pablo,llevar a su esposa y hacerle el amor en la parte de atras del ford,hubieran olvidado por unos momentos su pesar y sus carencias.
Un beso calido
p.d.cada vez que entro pienso algo distinto.
Para agradablemujer, investigando entretenimiento -
P.S. Pero ahora estoy en el capítulo más interesante de tu libro como para preocuparme de los Amish
agradablemujer -
p.s.YO soy un libro abierto,te reto a leerme.
Para agradablemujer postdatando por partida doble -
Para Abril., prediciendo catástrofes -
Para agradablemujer con proposiciones muy honestas -
agradablemujer -
Un beso o dos.
L
p.d.1 yo me entiendo,asi que no justificare si otros no se enteran de lo que quiero decir.
p.d.2 si, ya se que estoy repesada.
Abril. -
Pensemos por un momento que cada vez somos más conscientes de lo que significaría la escasez de recursos. El agua es el elemento principal para la existencia de cualquier ser vivo y, por lo tanto, su escasez podría fácilmente conducirnos a una guerra.
Llegados a ese punto diría que, es más tentador considerar al elemento vital como una posible fuente de conflicto.
Saludos.
P.S. Yo tampoco estoy convencida de que lo que escribí se entienda tal y como me gustaría expresarlo.
agradablemujer -
Te propongo unirnos a los Amish,que te parece?
Mi beso.
L
Para agradablemujer, con el bichito dentro -
Otro beso cálido también para ti "L."
agradablemujer -
Tu historia,de alguna manera,demuestra tu preocupacion por el "biocombustible...crisis alimentaria". Algo he leido,y cada vez me confunde mas,por un lado,ayudara al medio ambiente y a que los agricultores ganen mas,por el otro, la subida de los precios de algunos alimentos,como el maiz y el arroz;ahora, aparece tu historia que me ha metido el bichito de querer saber mas sobre el tema. Espero me ayudes a aclararme.
Un beso calido.
L